Velas tristes

17 de Marzo, 2018

Ha habido días mejores piensan sus labios antes de soplar,

al tiempo que se deshacen lentamente las velas tristes sobre el pastel,

que este año seguro que sabe a poco y a soledad.

Podría pedir un deseo su imaginación desalentada,

pero la verdad es que bajo la que está cayendo,

eso importa poco o le da igual.


Agolpa los recuerdos aciagos, aquellos que el insomnio acunó entre sus fantasmas,

y como si se tratasen de aire en sus carrillos,

los llena hasta el máximo, con la intención de dejarlo todo atrás.

Vacía sus ilusiones en la última bocanada,

y de repente se siente hueco,

justo en el instante que precede al acto final.



Sin poder levantar la cabeza, se muerde el labio y aprieta el corazón con todas sus fuerzas,

y pausada se resbala la primera gota abatida,

que por dentro, lentamente, lo hace desangrar.

La cascada de lágrimas de vidrio estalla contra el suelo en su rugir terminal,

una mezcla de rabia y de impotencia, hacen de este instante,

un cóctel molotov a punto de explotar.


La vida le pone en el camino la peor de las desventuras,

donde no existen razones ni respuestas,

donde morir más de mil veces es una meta fácil de alcanzar.

Mientras se siente idiota, sabiéndose que es él quien más se ha mentido,

y que el movimiento en su estómago no era el aleteo grácil de las mariposas,

sino la agonía de la alevilla en su expirar.


Respira hondo y escribe un nuevo principio tras la tormenta,

inmóvil frente al espejo, fijo en el surco encarnado entre su parpado y la pupila,

y grita silenciosamente, truenos que suenan a libertad.

Su mente dice adiós a la juventud divina,

a un amor que por puro, cándido e ingenuo,

jamás volverá a encontrar.



Mientras solas, las olas en la playa,

conservan las horas riendo a carcajadas,

los besos sencillos, virtuosos y apasionados.

Y lo fragmentos de un corazón vencido,

le recuerdan que lo difícil era quedarse y luchar.

Se despiden sus lamentos mientras se jura a si mismo que mañana nada será igual.